De antemano, la enseñanza y aprendizaje musical implica un conocimiento que da habilidad al estudiante en convertirlo en un virtuoso de su instrumento o al escucha influenciarlo en su estilo de vida. Elementos como el solfeo, la armonía, la apreciación musical, el ampliar su conocimiento con uno o varios instrumentos, incluyendo la Voz, entre otras materias, lo induce a manejar su instrumento con mayor habilidad, haciendo así, de su instrumento, una parte esencial de su vida. El talento de cada músico a través de sus dedos, voz y lenguaje corporal en el escenario, son el canal de transmisión para vincular su creación musical a su audiencia, estrechando una relación muy conectada, entre cada miembro de la orquesta o de la banda hacia cada uno de nosotros los escuchas. El desarrollo y ejecución de cada músico en relación con su instrumento, inventa, crea, transporta y amplifica la mente humana a un nuevo nivel de actitud y comportamiento.

Entre el músico y su audiencia se genera una retroalimentación. Nuestro sentido del oído se convierte en el receptor, que por medio de un proceso de transformación influye y transforma nuestra vida en una alternativa de superación personal. Entre el músico como transmisor y su audiencia como receptor, se manifiesta y crea un lenguaje que ambos tienen en común, pero que probablemente el receptor no ha descubierto, sin embargo, el transmisor, el músico, ofrece por medio de su habilidad musical un mensaje que el receptor no ve, no percibe… puesto que no hay un sabor, ni logra ver si lo que recibe pesa o tiene algún volumen o color, pero si siente cada nota, si percibe un sonido que por medio de su oído, despierta e impacta la armonía interna de su mente y se identifica recibiendo ese sonido externo que lo toca emocionalmente, desarrollando una sensibilidad que más tarde será un estado de ánimo que lo llevara como parte suya, aplicándola más tarde como un estilo de vida. Creando en él, una actitud positiva y motivacional para el resto de su vida. Generalmente, todo este fenómeno que se elabora dentro de nuestro organismo biológico y emocional, provoca una sensación de alegría o tal vez de tristeza, elementos que nos cambia abruptamente nuestra actitud hacia la vida. De lo contrario nuestro organismo se torna en una actitud pasiva, inconsciente, depresiva, destructiva y hasta psicópata. Nuestra energía se agota y se va apagando hasta morir. La importancia de generar y llevar de la mano lo que han querido desaparecer, Las Bellas Artes, nos ayuda a evolucionar y crear un estilo de vida con mayor sensibilidad, creatividad y productividad. Sociedades que carecen de estos elementos artístico, son sociedades que mueren paulatinamente, puesto que se convierten en sociedades “solas y confundidas”. Esto, el músico como transmisor generalmente no capta la reacción que está imponiendo a la mente de cada receptor humano, el músico disfruta y ofrece y regala su creación con gran satisfacción y ve tan solo sonreír y la emoción que su cuerpo manifiesta, sin imaginarse que sus notas van más allá de lo que sus ojos observan. La consecuencia de su creación modifica tremendamente la actitud del receptor, pero intuye que su creación está removiendo los hilos sensibles de cada individuo que lo está escuchando.

Es la llave que nos abre la puerta a un mundo maravilloso que desconocemos, el camino se hace apertura, pero desconocemos hacia donde nos va a llevar, pero a través de su continua alimentación y proceso, se va desarrollando en nuestra mente un camino inimaginable, que nos propondrá descubrir nuestros talentos, nuestras cualidades, llevándonos a metas tan diferentes que las proporcionadas por un mundo “moderno”, banal, sin sentido, irracional, fracturado e inconsciente, dándonos mejores e irremplazables metas para convertir nuestra vida en un camino más fortalecido por virtudes y cualidades, siendo estas, nuestras armas para vivir en un mundo mucho más sensible y humano.